titulo: Confrontación del pecado en la familia espiritual (1 Timoteo 5:1-2)

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Confrontación del pecado en la familia espiritual

No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. (1 Timoteo 5:1-2) Se describe a la iglesia en el Nuevo Testamento con muchas metáforas y analogías. Primera Pedro 2:9 la llama nación santa, subrayando la común ciudadanía de los creyentes en el reino celestial. Apocalipsis 5:10 llama a la iglesia un reino, subrayando la común sumisión de los creyentes al Rey de reyes y Señor de señores. Pedro llama a la iglesia un sacerdocio (1 P. 2:5, 9), subrayando el privilegio que tienen todos los creyentes de un acceso directo a Dios. Nuestro Señor llama a la iglesia una vid (Jn. 15:5), subrayando la conexión común de los creyentes con la vida de Dios que nos posibilita llevar fruto. El apóstol Pablo llama a la iglesia un templo (Ef. 2:20-22), edificado sobre el sólido fundamento de la doctrina de los apóstoles, con Jesucristo como la principal piedra del ángulo. Primera Corintios 12:12 llama a la iglesia un cuerpo, subrayando la vida común de los creyentes y su dependencia de la Cabeza, el Señor Jesucristo.
Hebreos 12:23 llama a la iglesia una asamblea, subrayando el llamado común de los creyentes de reunirnos en la eterna presencia de Dios. Primera Pedro 5:2-3 llama a la iglesia un rebaño (grey), subrayando la necesidad común de los creyentes de ser guiados y alimentados por el Gran Pastor.
Hay una metáfora más de la iglesia, una que se ajusta al contexto de este pasaje. Es la metáfora de la iglesia como familia (cp. Ef. 2:19; 3:15; Gá. 6:10). La palabra “familia” habla de intimidad, cuidado, franqueza y amor. Jesús dijo en Juan 13:34-35: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. El amor es la columna vertebral de la familia, y de la iglesia.
Dentro del marco del amor de los creyentes entre sí, hay un elemento muy necesario y a menudo pasado por alto: la confrontación del pecado. En la iglesia, como en la familia, se debe tener en cuenta la desobediencia. Esa es la característica de una familia amorosa. El verdadero amor se interesa en que los otros disfruten de las bendiciones de Dios y prosperen espiritualmente. Debido a esto, no vacila en confrontar el pecado. En este breve pasaje, Pablo abarca el importante asunto de cómo debe hacerse esto en la familia del Señor.

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