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MICROHISTORIA
La vida la sorprendió en una esquina cualquiera. No estaba buscando nada, solo caminaba, distraída, dejando que el día la llevara. Y de pronto, ahí estabas tú, con esa presencia tranquila que no pedía atención, pero la atraía igual.
Al principio, quiso entenderte despacio, como quien abre una carta antigua para no romper el papel. Pero sin darse cuenta empezó a disfrutar cada gesto, cada silencio compartido, cada minuto que se hacía más ligero a tu lado.
El giro llegó una tarde: entendió que nada es eterno, ni siquiera lo que hace latir el pecho más fuerte. Y aun así, sintió gratitud. Porque había aprendido que acompañar a alguien, aunque sea un tramo, también es un regalo.
Enseñanza: algunas personas no llegan para quedarse, pero sí para iluminar el camino mientras están.