Senda Costera de Mataleñas - Cantabria en 4K

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Santander cuenta con muchos lugares para pasear, pero la senda Mataleñas tiene un encanto especial por su aire puro y el olor a mar.
Lo ideal es combinar un bonito día de playa con un poco de senderismo al atardecer sin salir de la ciudad. Si desde la playa del camello recorremos todo el sardinero, pasando por Piquío llegaremos hasta la otra punta, donde está el Chiqui. Allí se encuentra el guerrero legendario Corocotta que se enfrentó a las legiones romanas, poniéndose precio a su cabeza.
El mirador circular, golpeado por las olas, nos proporciona una bonita vista de los acantilados y de la Playa del Sardinero.
Regresando hasta la rotonda, a la derecha hay una calle peatonal un tanto escondida con unas escaleras, por la que subimos para recorrer la senda más frecuentada por los santanderinos, que desconecta de los miles de turistas que disfrutan de las playas, convirtiendo al Sardinero en un hervidero de coches y gente. Es una ruta corta, sencilla y bella que discurre entre playas y acantilados, con maravillosas vistas.
Un poco más adelante hay una puerta para entrar a los jardines del Parque de Mataleñas, un romántico escenario trazado con caminos pétreos rectilíneos con rosaleda, altas palmeras, viejos árboles, cuidados parterres y una pérgola de piedra y hormigón cubierta con una visteria china o glicina.
Bordeando el parque, sin perder de vista las bucólicas imágenes que nos deja el recorrido sobre los acantilados. Más adelante, tras un giro a la izquierda encontramos la playa de Molinucos, una pequeña y acogedora cala de arena fina que durante la pleamar es tragada por el Cantábrico. Un bonito lugar para pegarse un baño entre acantilados donde habitualmente fondean embarcaciones de recreo.
La senda continúa bordeando el muro del campo de golf, con una larga fila de tamarindos cuyas ramas cuelgan sobre nuestras cabezas.
Estamos cerca de Cabo Menor, donde encontramos una bifurcación. A la izquierda un subida pedregosa, ideal para disfrutar un poco de los golfistas durante un par de hoyos. Y a la derecha una estrecha senda que nos deja en los acantilados de Cabo Menor, con vistas al Sardinero, la Isla de Mouro, la Península de la Magdalena y a lo lejos la Isla de Santa Marina junto a Loredo.
Bordeando Cabo Menor en días de mar brava, cuando azota el temporal, se disfruta de un espectáculo único cerca de los espectaculares rompientes.
Tanto la estrecha senda, como la amplia subida pedregosa nos llevan al mirador de la Ensenada de Mataleñas con su playa, con unas esplendidas vistas del Faro de Cabo Mayor. Merece la pena sentarse un rato en los bancos de madera para descansar y disfrutar del paisaje, los acantilados y la mar.
Seguimos bordeando el campo de golf sin perder de vista en el horizonte el faro y las olas rompiendo contra los acantilados, que sometidos a condiciones extremas también por la exposición a los fuertes vientos y la salinidad de su suelo.
En el muro del campo de golf hay una fotografía de las olas rompiendo contra el faro con una frase a modo de epílogo, que nos envuelve en el misterio: “Las olas mecen los recuerdos que perdurarán por siempre”.
Poco a poco nos acercarnos a la impresionante playa de Mataleñas, enclavada entre bellísimos acantilados y cristalinas aguas. Una de las mejores playas de Santander y más concurridas, a pesar de estar un tanto apartada. Para llegar hasta la arena hay bajar más de 150 escalones que se funden en el acantilado.
Siguiendo más adelante encontramos bancos en varias balconadas colocadas estratégicamente, para poder descansar y admirar las bonitas vistas cenitales sobre esta playa.
Tras dejarla atrás se pueden atravesar las campas siguiendo alguno de los caminos que llevan, por una ruta más recta hasta el faro, en la que nos encontraremos las Tirolinas Go! Un gran parque de esparcimiento en medio de la naturaleza con redes, puentes, grandes tirolinas y lianas, con monitores especializados en rapel y escalada, haciendo segura esta divertida experiencia sobre los árboles.
Pero, rebobinando un poco, desde los miradores de la playa de Mataleñas merece la pena seguir recorriendo el camino de la costa que bordea los acantilados. Este camino nos deja en unas improvisadas escaleras que llegan hasta el Mirador de Cabo Mayor, con una de las mejores vistas de Santander.
Cresteando, pegados a la costa, vemos cada vez más cerca nuestro objetivo: el Faro de Cabo Mayor, también llamado Faro de Bellavista.
Desde el 15 de agosto 1839, este faro de 30 metros de altura cumple la importante función de señalar el camino correcto a los navegantes. Ya no cuenta con la presencia física de fareros, y parte del edificio es el Centro de Arte Faro de Cabo Mayor, para la difusión, interpretación y preservación de las creaciones inspiradas en el mar.
En el café con terraza se pueden reponer fuerzas y contemplar el atardecer, pero conviene regresar al mirador de Cabo Mayor, para contemplar la espectacular puesta de sol antes de emprender el camino de regreso.

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