El presente documental de filosofía comienza con una de las epístolas más emblemáticas que el filósofo estoico Lucio Anneo Séneca escribió a su compañero Lucilio. A lo largo de la misma, se plantea una inquietante disyuntiva: ¿Hasta qué punto pueden los problemas traer cosas buenas? Con objeto de realizar un análisis más exhaustivo, repasaré los conceptos de circunstancia, decisión, voluntad, libertad e (in)determinismo apoyándome en pensadores como Ortega y Gasset, Immanuel Kant, Arthur Schopenhauer, Baruch Spinoza o Friedrich Hegel.
⌚ Línea temporal:
00:00-01:04 - Introducción.
01:04-06:05 - Carta a Lucilio (n.67)
06:05-11:40 - Circunstancia y decisión.
11:40-16:23 - La libertad racional.
16:23-23:21 - El libre albedrío.
23:21-27:34- El raciocinio superior.
27:34-31:40 - Conclusión.
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El filósofo madrileño José Ortega y Gasset desgrana el precepto de dicotomía de control con suma claridad en su obra“La rebelión de las masas”: «¿A qué me refiero cuando apelo a la libertad humana? La vida posible, es decir, lo que somos en potencia, es también decidir entre cada posibilidad lo que en efecto vamos a ser. En este sentido, circunstancia y decisión son los dos elementos radicales de que los se compone la vida. Por un lado, la circunstancia es lo que de nuestro existir nos es dado e impuesto, es decir, el conjunto de posibilidades que podemos tomar. Ello constituye lo que llamamos "el mundo”. Habida cuenta de ello, la vida no elige su mundo, sino que vivir es encontrarse desde luego en un mundo determinado e incanjeable: en éste de ahora. Así pues, la circunstancia es la dimensión de fatalidad que integra nuestra vida. Antes bien, esta fatalidad vital no se parece a la mecánica: no somos disparados sobre la existencia como la bala de un fusil, cuya trayectoria está absolutamente predeterminada. En vez de imponernos un único itinerario, la necesidad circunstancial en la que (re)caemos nos impone varios, y, consecuentemente, nos fuerza. ¿A qué? A elegir. ¡Sorprendente condición la de nuestra vida! Vivir es, pues, sentirse determinísticamente forzado a ejercitar la libertad, esto es, a decidir lo que vamos a ser en este mundo. Y ahí reside, por otro lado, la decisión: lo que de nuestro existir nos es libre. Ni un solo instante se deja descansar a nuestra actividad de elección. Inclusive cuando nos abandonamos desesperados a lo que quiera venir, hemos decidido no decidir. Por ello, es falso decir que en la vida “deciden las circunstancias”. Más bien, las circunstancias son el dilema, contexto o juego ante el cual habremos de decidirnos, pero el que decide finalmente es nuestro carácter». Dentro de un metafórico tablero de ajedrez, el individuo puede ejercer su autonomía para mover una pieza u otra; y es con base en la razón o logos, acorde a los estoicos, como se ejecutan los mejores movimientos: ¿Qué virtud(es) requiere esta situación de mí?
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