El presente documental de psicología tiene por objeto tratar la denominada ‘felicidad oscura’: una serie de estados mentales desadaptativos gobernados por emociones con valencia positiva y desprovistos de emociones con valencia negativa. En concreto, hay cuatro interrogantes clave que nos ayudarán a romper la ciega deseabilidad por la dicha: (1) “¿Hay algún grado inadecuado de felicidad?”, (2) “¿Hay algún momento inapropiado para la felicidad?”, (3) “¿Hay maneras contraproducentes de perseguir la felicidad?” y (4) “¿Hay tipos perniciosos de felicidad?”.
⌚ Línea temporal:
00:00-03:53 - Introducción.
03:53-08:32 - ¿Qué es la felicidad?
08:32-17:40 - La genética en la felicidad.
17:40-22:05 - (1) ¿Hay algún grado inadecuado de felicidad?
22:05-26:49 - (2) ¿Hay algún momento inapropiado para la felicidad?
26:49-31:53 - (3) ¿Hay maneras contraproducentes de perseguir la felicidad?
31:53-35:53 - (4) ¿Hay tipos perniciosos de felicidad?
35:53-36:50 - Conclusión.
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En un paradigma contemporáneo cada vez más bizarro, el ciudadano medio está expuesto cada dos por tres a bombardeos para consumar su pesquisa por un estado dichoso en virtud de un mandato superyoico del estilo: ¡Hey, hemos de ser felices!”. De hecho, hay sociólogos que se refieren a este fenómeno particular como la dictadura de la felicidad: modelos que rebosan plenitud física y mental en campañas publicitarias, actores que resuelven rápida y milagrosamente numerosos atisbos de malestar gracias a un producto o servicio en anuncios de televisión, influencers que postean únicamente los fragmentos más pletóricos, estrafalarios y disruptores de sus vidas en el escaparate de las redes sociales mientras ocultan la monotonía, el aburrimiento, el temor, la frustración y la tristeza en la trastienda y, como plato final, un núcleo social que capta y procesa – consciente e inconscientemente – todos estos mensajes para transformarlos en dictámenes internos, expectativas irrealistas y autoexigencias herculianas. Antes bien, el imperativo de la felicidad es tan ambiguo que genera mil y una interpretaciones y objeciones: ¿Cuál es la entidad que ha colocado la dicha como precepto moral? ¿A santo de qué tenemos que ser felices? ¿Acaso puede todo el mundo serlo? Es más, ¿qué narices significa ser feliz? Desde luego, el factor F es un enigma en toda regla: ¿Se puede medir? ¿Se puede sentir? ¿Se puede inteligir? ¿Tiene sentido perseguir un estado dichoso que ni siquiera sabemos definir con precisión? Bueno, una sólida línea de investigación destaca diversos beneficios clave de la felicidad humana basándose en las ventajas asociadas a emociones con manifestaciones típicamente agradables y placenteras – a las cuales denominaremos, para simplificar el discurso, emociones positivas – y en los costes asociados a otras emociones más incómodas y desagradables – por aplicación analógica, emociones negativas. En resumidas cuentas, un estado más feliz facilita la ampliación de los repertorios de pensamiento-acción, promueve resultados más prosociales, interactivos y afiliativos, flexibiliza la cognición al permitir que las personas roten su atención selectiva directa hacia nuevos estímulos y recompensas en el entorno y, como guinda del pastel, está considerablemente asociada con una mejor salud física. No hay duda de que, por lo general, la felicidad es beneficiosa. Empero, es muy tentador concluir sobre la base de estas férreas ventajas que lo es siempre y, por extensión, que todos deberían tratar de ser más felices de cualquier manera. A medida que estas afirmaciones tan generalistas y polarizadas cobran impulso, sería conveniente explorar sus múltiples condicionantes para no caer en apriorismos. En las secciones próximas, daremos cuerda a una disyuntiva de lo más contraintuitiva: ¿Puede haber un lado críptico de la felicidad? En caso afirmativo, ¿cuáles de sus variantes, situaciones y magnitudes podrían convertir la vida de un ser humano en una consecución de comportamientos desadaptativos?
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