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A finales de noviembre de 1889 partieron hacia la capital francesa desde la antigua Estación de Francia. Montmartre atraía a la bohemia parisina por sus alquileres baratos y su animada vida nocturna. Sobre la colina se perfilaba ya la silueta del templo del Sacre Coeur.
Utrillo que había llegado de Barcelona hacía poco, había alquilado para el grupo de amigos una casa taller,por seis meses, en la calle Lepic, cerca del Moulin de la Galette aunque Ramón Casas prefirió el Hotel Bade para cambiarse después al Hotel Bruxelles de la rue Clichy, los dos tocando a Montmartre.
Utrillo era barcelonés aunque vivía en París desde 1880 con su familia, ya que su padre, un abogado liberal, tuvo que exiliarse por motivos políticos. Miquel había sacado la carrera de ingeniería agrícola pero no ejercía.
TLo primero que hicieron fue visitar la sección de Bellas Artes donde Rusiñol y Casas presentaban obra.
Después quedaron con Pompeu Gener, amigo de Casas desde la infancia.
Gener residía en París . Era publicista , dramaturgo, estudiante de medicina pero, sobre todo, bon vivant y amante de la fiesta y las charlas con los amigos entre los que se encontraban Víctor Hugo, Renan o Sara Bernhardt.
Después fueron todos hacia la recién acabada Tour Eiffel (1887-1889), la más alta del mundo, diseñada por Maurice Koechlin y Émile Nouguier, y construida por Gustave Eiffel.
La Torre Eiffel se iluminaba todas las noches con cientos de lámparas de gas protegidas por globos opalinos. Dos proyectores móviles instalados en la cima enviaban haces de luz azul, blanca y roja sobre el cielo de París.
La enorme Galería de Máquinas fue uno de los mayores atractivos de la Exposición. Se presentaba el primer automóvil al gran público. Ramón Casas y sus amigos quedaron fascinados, tanto que en 1901 Casas se decidirá por comprar un Dion, uno de los primeros vehículos que vió Barcelona y en 1906 será uno de los fundadores junto con Utrillo, Pere Romeu, José Maria Rusiñol, Lluis Baixeras, Francisco Truco ... del futuro RACC.
Sin embargo, la que más estupor produjo fue “Un pueblo Negro” (village nègre), donde fueron mostradas 400 personas indígenas... y las cuatro plazas de toros construidas para la ocasión. La más concurrida ese día era la del Bois de Boulogne que, a pesar de que las entradas estaban por las nubes, estaba a rebosar de público curioso.
La guantería barcelonesa Esteban Comella tenía un stand en la feria. Gaudí había diseñado (1878) una vitrina expositora que cautivó al empresario Eusebi Güell, de visita en la capital francesa.
MOULIN ROUGE
El día antes de la inauguración de la expo había abierto en el barrio de Pigalle, junto a Montmartre, el cabaret Le Moulin Rouge (6/10/1889). Fue el primer establecimiento de espectáculos que instaló luz eléctrica.
El propietario era uno de los principales personajes del París de la Belle Époque. Josep Oller hijo de un próspero empresario textil de Terrassa que llegó a París a los tres años.
Oller creará todo un imperio en la industria del ocio parisina. Por el escenario del Moulin Rouge pasarán cómicos como Joseph Pujol, conocido como Pétomane, un catalán que era capaz de “tocar” La Marsellesa a base de pedos... o la gran payasa Cha-U-Kao
La más popular de entre las bailarinas de can can era “La Goulue”, la glotona. Su compañero de baile era Valentin le Dessosé y Lautrec uno de sus más íntimos amigos. Al final de su vida acabó arruinada viviendo en un remolque en Montmartre vendiendo cigarrillos a los clientes del Moulin Rouge.
Una taberna auténticamente bohemia era Le Chat Noir (1881-1900) de Rodolphe Salís, donde Pere Romeu, del grupo de los catalanes, había estado trabajando (1885) como camarero, animador y ayudante de sus espectáculos de sombras chinescas.
Le Mirliton era otro de los locales indispensables para escuchar a su patrón, Aristide Bruant ataviado con su chaqueta negra, botas altas y una larga bufanda roja. Había alcanzado la popularidad como chansonier en Le Chat Noir.
El grupo de artistas catalanes frecuentaban el Lapin Agile, una taberna regentada por una ex bailarina de can can y modelo. Ya mayor, la Mére Adele atendía la clientela del Lapin Agile y hacía unos excelentes guisos a muy buen precio. Poco después tomará el relevo el Pere Frede, pintoresco personaje siempre rodeado de animales, de su guitarra y su violoncello.
Jules Jouy era un chansonier asíduo a la taberna , antiguo miembro del grupo de los Hydropathes y muy amigo de la colla catalana. Con el se quedaron hasta la madrugada cantando y bebiendo mientras Santiago Rusiñol, apodado en el Paralelo ”El niño de la Rambla” cantaba fandangos y Ramón Casas le enseñaba a bailar flamenco.
La magnífica Exposición Universal de París acabó el 12 de noviembre.
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