David y las ovejas de su padre (1 Sam 17)

Desde luego que pasar de ser pastor de ovejas a rey de una nación fue algo espectacular y providencial (milagroso), pero a la vez tampoco fue algo ilógico. El joven David no era un joven cualquiera, aunque su familia no supiera valorarle mucho. Para ellos era poco más que un recadero, el primero en ser llamado para cualquier trabajo de poca importancia, pero como sucede muchas veces, los ojos de Dios y los ojos del hombre se fijan en cosas muy distintas. Mientras que los demás pudieran pensar que el menor de los hermanos estaba perdiendo su tiempo en el campo con las ovejas, el Señor sabía que se estaba preparando un líder valiente y talentoso entre los hombres.
Es por eso que fue escogido, por encima de todos los demás candidatos humanos, para el más alto puesto del país.
En su historia hay mucho que podemos aprender.