Ernst Jünger y La Emboscadura - Política para antimodernos (VI) | Pura Virtud

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Reseña de Sobre los acantilados de Mármol, un libro de Ernst Jünger:
"Corrían los últimos años de la década de los 30 cuando Jünger se dio cuenta, después de haber sido condecorado por su participación en la Gran Guerra tras haberse alistado con 18 años en la Legión Extranjera, de que la libertad no era actuar sin rendir cuentas. Se encontraba inmerso en la redacción de una obra maestra en la que encontraba el mismo talento literario presente en toda su obra previa pero con un añadido filosófico: ya no apostaba por el paganismo inconcreto de antaño. Los dos protagonistas de la obra pueden entenderse como las dos personalidades coexistentes en el interior de Jünger o cómo una representación del propio autor y de su hermano; en cualquier caso, ellos habían encontrado el camino que Jünger tardaría décadas en terminar de recorrer y que la propia Modernidad —enfangada, aún, en lo “pos” de lo posmoderno— todavía no ha conseguido culminar: la vuelta hacia el tradicionalismo católico a través de un renacer espiritual que religa al hombre moderno con lo trascendente
Sobre los acantilados de mármol de Ernst Jünger es una de las grandes novelas simbólicas del siglo XX. Se la suele encuadrar en el género alegórico de, por ejemplo, Rebelión en la granja de Orwell, pero a diferencia de los cerdos comunistas orwellianos, en la novela de Jünger no todo tiene una correlación tan evidente. Novela escrita en 1939 cuando el desengaño de Jünger con el nazismo era irreconciliable, la obra hace alusiones obvias al nazismo pero trasciende dicha circunstancia histórica para establecer un diagnóstico de la Modernidad escrito en el corazón de la misma por alguien que ha recorrido el camino del nihilismo hasta el final y ha vuelto tras comprobar su esterilidad en carne propia. Jünger presenta un territorio mítico, Marina, a cuya Ermita en ruinas se mudan los dos protagonistas: el narrador en primera persona, trasunto “adaptado” a la ficción del propio Jünger, y su Hermano Othón. Ambos viven entregados de lleno al saber libresco, al estudio de la botánica y a la exploración cazadora de la entomología. Todo ello está —como ocurre en casi toda la narrativa de Jünger—, trufado de una fuerte carga sentimental y autobiográfica por parte del autor. Aunque solo sea porque esos intereses de sus protagonistas eran compartidos por el propio Jünger o por la similitud entre Otto, hermano del narrador-protagonista, y su hermano el poeta Friedrich Georg. En buena medida creo que en esta obra temprana se encuentra ya el embrión del propio viaje filosófico y personal que realizaría Jünger en lo que le restaba de existencia. Ese espacio idílico al que se trasladan los protagonistas, decíamos, se ve interrumpido con la intromisión de una civilización vecina, Mauretania, comandada por mano de hierro por una figura tiránica: el Gran Guardabosques. Anillos mágicos, conocimientos ancestrales, un entorno natural fantástico, personajes secundarios deslumbrantes y otras localidades míticas como Burgundia sobrevuelan la novela constantemente. No, no es solo una alegoría: es una demostración de cómo esa variante literaria que conocemos con el distintivo de “novela” también puede dar una respuesta convincente a los grandes problemas de la condición humana y del tiempo en que está escrita
Todo el trayecto intelectual de Jünger e incluso el propio itinerario filosófico de la Modernidad se pueden resumir en una frase del autor: “El orden humano se parece al cosmos en lo siguiente: para renacer es preciso que se sumerja de vez en cuando en el fuego”. Si la Modernidad nihilista representa el “fuego”, la Tradición sapiencial representa el “renacer”; Jünger, en definitiva, era un romántico, un reaccionario y, por supuesto, un tradicionalista convencido. Los arquetipos que quiso reconciliar e imitar fueron los del soldado y el monje. Los propios protagonistas de una novela vienen de una guerra y marchan, inevitablemente, hacia otra: igual que ocurría con Europa en 1939. Porque las guerras no se evitan, como piensan ingenuamente los anti-belicistas de todo signo al estilo de Chamberlain; las guerras solo se ganan o se pierden. La filosofía de Jünger es el reflejo de un empeño intelectual por superar el pensamiento moderno nihilista, por evitar el dominio de la técnica sobre lo humano, por salvar el conocimiento inmarcesible de nuestros antepasados, y por revertir la “movilización total” o cambio cultural de nuestro tiempo. La vía que Jünger propone es una religiosidad interior, una resistencia íntima que consiste en “emboscarse”. Eso es lo que hacen los protagonistas de Sobre los acantilados de mármol: vivir emboscados" (Guillermo Mas).
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